Creo que de las primeras cosas que le platiqué a Luis
cuando nos conocimos fue "quiero ser mamá" y "amo Disney". Creo que ambos temas
le causaron gracia, pues por su cabeza no pasaba la idea de ser papá y menos le
atraía mi mundo fantástico de princesas.
Hace casi dos años tuvimos la suerte, dicha y bendición
de convertirnos en papás de un niño extraordinario, Bam Bam, quien ilumina cada uno de
nuestros días, y de unos meses para acá nos habíamos cuestionado si queríamos un
segundo hijo o no.
A ambas opciones le veíamos pros y contras, incluso las llegamos a discutir con algunos amigos, uno de ellos hijo único, Ariel, quien basado en su experiencia nos dio su opinión y sugerencias.
Luis y yo coincidíamos en que, en lo que respecta a nuestra paternidad/maternidad, estamos completos, pero también en que quizá a Bam Bam le haría falta un compañero de vida, un hermano, y que si lo queríamos, tendría que ser pronto.
Después de muchas pláticas, habíamos acordado buscar a
ese segundo bebé este año para que no hubiera mucha diferencia de edades entre
ambos, pero también decidimos que no nos obsesionaríamos por un mes o fecha
exacta. Y así fue.
Retomando el tema de Disney, durante estos casi cuatro
años que Luis y yo llevamos juntos me he encargado de recordarle,
aproximadamente cada mes, lo mucho que me gusta ese lugar y lo muchísimo que me
encantaría viajar con él. Lo he hecho de una manera sutil como "me encantaría
que un día vayamos...", pero también de forma directa "quiero que me lleves" o
"¿cuándo vamos a ir a Disney?", pero nada había surgido efecto, hasta diciembre
del año pasado.
Estábamos buscando opciones de viaje para ir de compras
y obviamente no pasó por mi cabeza la opción Orlando o Los Ángeles. Estaba
consciente que el plan era otro, así que propuse otro tipo de destinos, pero uno
de los últimos días de diciembre, mientras estaba en la loca buscando un regalo
de intercambio, recibí una llamada de Luis: "nos vamos a Orlando y Miami". No
podía creer lo que mis oídos acababan de escuchar.
Faltaban dos semanas para que comenzara nuestro viaje y
cada vez me emocionaba más y lo creía menos. Por fin viajaríamos juntos a
Disney.
Cuatro días antes y con mínima sospecha de embarazo, se
me ocurrió comprar una prueba de farmacia. Estaba casi segura que el resultado
sería negativo y que la respuesta sería un desajuste hormonal por mi cambio de
alimentación, pero no fue así. En menos del tiempo que marca el empaque las dos
líneas rosas habían aparecido en la ventanilla.
Fue tanto mi shock que busqué en internet otras marcas
de pruebas y encontré Clear Blue, que además te indica el número aproximado de
semanas de gestación. Llamé como a cinco farmacias diferentes hasta que encontré
una en la que la tenían. La pedí y esperé impaciente. Al recibirla, corrí al
baño, esperé unos minutos y esta vez, como por arte de magia, apareció en la
ventana "embarazada +3". Acto seguido, tomé el teléfono y le llamé a mi
ginecólogo para hacer cita urgente para el día siguiente.
No
sabía qué hacer, realmente no me esperaba la noticia, menos antes de un viaje
tan soñado. Era un jueves y el marido tenía un compromiso por la tarde. Quería
llamarle para decirle, pero al mismo tiempo no quería darle la noticia de esa
forma. Así que decidí escribir una carta de la "cigüeña" y Bam Bam y yo se la
fuimos a entregar al lugar donde estaba.
En
el trayecto, pensé en todo y en nada a la vez. Veía por el retrovisor a Bam Bam
y sentía una especie de culpa, pero al mismo tiempo sabía que él sería el más
contento al verlo. Una serie de sentimientos y sensaciones raras invadió mi
cuerpo. Trataba de imaginarme la reacción de Luis al leer la carta. Por otro
lado, no podía evitar pensar de forma egoísta y cuestionarme qué pasaría con el
viaje.
Llegué al lugar, le entregué la carta a una compañera
de Luis para que se la hiciera llegar y esperé en el coche. Me parecieron los
minutos más largos de la historia, hasta que apareció ante mis ojos el marido.
Me abrazó y me dijo que estaba muy contento con la noticia. En ese momento
respiré un poco, pero no podía evitar seguir sintiendo algo de culpa, algo
extraño, cada que veía a Bam Bam.
Esa noche medio dormí. Y al día siguiente llegué
puntual a mi cita. Tras responder una serie de preguntas, el doctor me dijo que
no tenía síntomas para confirmar un embarazo y como por ser hija de médico todo
podía pasar, me pidió que me hiciera una prueba de sangre. ¡Haberlo dicho antes!
eran las 9 de la noche y el laboratorio ya estaba cerrado, así que corrí a
urgencias y esperé dos laaaargas horas para recibir el resultado. Mientras me
tomaba el último café sin culpas, recordé la alegría que había sentido al ver la
prueba positiva cuando estaba embarazada de Bam Bam. ¿Por qué esta vez no era
igual?
De
repente apareció un doctor, mencionó mi nombre y me entregó el sobre. Lo abrí,
vi la palabra "negativo" acompañada de una serie de números y sentí un hueco en
el estómago. Caminé hacia él nuevamente y le pedí que me interpretara el
resultado. Y sí, efectivamente, zapatero a sus zapatos. Soy comunicóloga, no
doctora. Había leído mal. "Señora, felicidades, tiene 5 semanas de embarazo".
Le
llamé al doctor, me dio varias indicaciones para el vuelo y el viaje en general
y me citó en un mes. Pues sí, sí podría viajar a mi tan anhelado destino, pero
no, no podía subirme a ningún juego fuera del carrusel o paseos en cochecitos.
¿En serio? No sabía si reír o llorar, si alegrarme o enojarme. Seguía con todo
revuelto.
Hoy, a las 12 semanas y media, tras haber disfrutado el
viaje de una forma distinta, haberlo visto por primera vez en un ultrasonido,
haber escuchado los latidos de su corazón y haber escuchado de boca del médico
"todo está perfecto", ya me siento más tranquila, ya podemos compartir la
noticia con todo el mundo y esperamos gustosos al cuarto integrante.
Y
claro, sigo nerviosa, sigo temerosa por la forma en que reaccionará Bam Bam al
ver a su hermanit@, pero estoy segura que seremos un gran equipo y una gran
familia.
Supongo que cada bebé se recibe diferente, en mi caso habían pasado tantos años que volvimos a gritar de alegría al sabernos "embarazados" nuevamente, pero años antes también pensaba, cómo podré querer igual a dos? pero vaya que se puede! increíblemente el amor al dividirse se multiplica...
ResponderEliminarFelicidades de nuevo!
Dios los bendiga.
El temor es parte de la emoción, el nerviosismo es parte de la incertidumbre, el anhelo es parte del amor y los hijos son parte de nuestra sangre y nuestra aventura por este mundo.
ResponderEliminarAnoche, cansadísimo tras una jornada de fin de semana en la cual lo he gozado todo, lo he tenido todo y me han apapachado como nunca (todo orquestado por mi mujer), he pensado que este 2013 ha sido un año maravilloso. Gozo de muchas cosas, de una plenitud muy importante y de dos seres hermosos que son mi mujer y mi pequeño Astronauta.
La llegada de este copiloto para el Astronauta no es sino una bendición, una muestra de que el mundo puede conceder milagros... y que Dios existe.
Y yo solo le pido a Dios salud, vida y bienestar para estar al lado de mis tesoros, mis tres grandes tesoros.
LOS AMO