Después de un viaje,
siempre hay mucho que contar, más aún cuando el motivo de ese viaje eres
tú...
Nueva York no era una
ciudad que llamara mi atención, nunca se me había antojado viajar a ese destino,
a pesar de los excelentes comentarios que había escuchado, incluso de mi
familia. No había algo en particular que me invitara a conocerlo. Eso, por
supuesto, se lo había expresado al marido casi después de saber que Nueva York y
Londres son dos de sus ciudades favoritas.
Desde hace poco más de un
mes, el marido anunció un viaje en pareja para mi cumpleaños, léase SOLOS, sin
Bam Bam; me pidió que solicitara una semana de vacaciones en el trabajo y no
dijo más. A la semana, se le ocurrió decirme que nuestro destino estaba entre
las siguientes opciones: Las Vegas, Miami, Alaska, San Francisco y Nueva York, y
que podía intentar adivinarlo.
El primer lugar que
descarté fue Nueva York y juré que era Las Vegas, pues aunque ya conozco, él
creía que era mi máximo en la vida. Conforme pasaron los días y por algunos
comentarios y pláticas, me hizo dudar un poco. Mi segunda opción era San
Francisco. Había descartado también Miami, porque acabábamos de comentar lo
mucho que suele saturarse en esta época, y Alaska, pues si bien quiero conocer,
él sabía que mi idea es hacerlo en crucero. Incluso, en algún momento pensé en
Disney (LA o Florida) pues sabe que es de mis sitios favoritos y días atrás le
había reiterado mis ganas de ir.
Una semana antes de irnos,
tuvo a bien indicarme que, además de un vestido de coctel, prácticamente debía
empacar únicamente faldas, vestidos o similares, ya que haría un calor infernal.
Para esa altura, comenzaba a rondarme por la cabeza la opción de Nueva York, ya
que, intencionalmente, hice un par de comentarios "negativos" de esa ciudad e
inmediatamente noté su reacción, así que chequé el clima en el lugar y, por si
las dudas, el de San Francisco.
Cuatro vestidos, dos
faldas, seis blusas, unos tenis, tres zapatillas (ilusa), entre otras varias
cosas.... dentro de la maleta. Prácticamente la noche previa no dormí, entre los
nervios, la angustia de dejar a Bam Bam y el escribir casi un libro con
indicaciones e instrucciones para la Reina del Norte.
A las 5:00 de la mañana,
mi alarma personalizada sonó, el llanto de Bam Bam exigiendo su leche. Me
levanté, le di el biberón y aproveché para despedirme de él en silencio y con
muchos besos. Releí las anotaciones que había hecho, repasé que no olvidara nada
indispensable y estaba lista para emprender la travesía.
En el aeropuerto, el
marido habló con la encargada de la aerolínea para que él pudiera documentar sin
necesidad de mi presencia en el mostrador, y lo logró, así que a esta altura
seguía ignorando el destino. Desayunamos y tras una sobre mesa como de 30 horas,
algo insólito para nosotros desde hace 1 año, nos dirigimos a la sala de
abordaje.
La primera con la que nos
topamos decía "Chicago". Prácticamente todos los pasajeros habían subido al
avión con destino a esa ciudad, y de repente me dijo "apúrate, ya es tarde, es
aquí... así que ya sabes, es Chicago". Dudé por dos segundos, pero su actuación
no fue tan convincente. La verdad la supe 15 minutos después. Destino: Nueva
York. Emoción: Cero.
"Ésta es la primera vez
que volamos SOLOS, ¿verdad?". Tras esa pregunta del marido, inició la travesía,
nuestra luna de miel cumpleañera.
Después de cuatro horas de
vuelo, llegamos, pasamos la aduana, recogimos el equipaje y tomamos un taxi que
me pareció el robo del siglo. Llegamos al hotel, dejamos las maletas y nos
dispusimos a caminar. La primera parada fue en Central Park, donde recorrimos un
zoológico, tomamos algunas fotos obligadas, vimos luciérnagas en pleno esplendor
e iniciamos con la tragadera de hot dogs. Hasta ese momento, nada me parecía
fuera de lo normal. Bonito, pero no espectacular.
Seguimos la caminata,
entramos a un mall, tomamos más fotos y, cerca de las 9 de la noche, a lo lejos
vi algo que capturó totalmente mi atención. "Amor, eso que se ve ahí, ¿no es a
caso la tienda de m&m´sssssssss?", le dije al marido al tiempo que apresuré
el paso directo al letrero multicolor. En cuestión de un par de minutos
estábamos en Times Square. Fue ahí donde me quedé con la boca abierta. Miles de personas
caminando, unos jóvenes jugando un videojuego de carreras proyectado en un
edificio, espectaculares multicolor, botargas de personajes de Disney, tiendas,
y, por supuesto, la tienda de m&m´s.
Me quedé paralizada unos
segundos, recorriendo con la mirada todo lo que estaba a mi alrededor y
le encontré lo espectacular al destino. Quizá lo menos interesante para muchos,
para mí lo fue. Mezcla de culturas, estilos, moda, gustos, objetivos. A partir
de ese momento mi perspectiva de Nueva York cambió. Emoción:
Total.
Entramos a una de mis
tiendas favoritas, no sabía para dónde voltear, quería todo. M&m´s en
diferentes presentaciones, colores y productos. Los tubos llenos de coloridos
chocolates provocaban que babeara sin control. Era la mejor tienda de m&m´s
que había visto. Qué hubiera dado por estar ahí dos meses antes, cuando estaba
en plena organización de la fiesta de Bam Bam. Las compras las dejé para el
último día (mal hecho) y me dediqué a analizar minuciosamente cada uno de los
artículos. El marido sólo me veía y se reía; creo que fue ahí cuando confirmó
que su elección había sido acertada.
Ese fue el inicio de un
viaje inolvidable, durante el cual Inphi no hizo más que consentirme, complacer
mis caprichos y gustos, explicarme cada detalle, y dedicarse a sorprenderme y a
que la pasara más que bien.
De cada día podría sacar
un post distinto, podría relatar todas y cada una de las cosas que hicimos, los
sitios que visitamos, las cuadras que caminamos, la comida que disfrutamos, las
pláticas que entablamos, las noches que dormimos, pero me llevaría mucho espacio
y creo que nunca acabaría con tanto que me gustaría expresar y plasmar. Todo fue
especial, único.
Uno de los highlights del
viaje fue la cena en Max Bremmer, un paraíso para los adictos
al chocolate, como yo. Dos barriles de chocolate, uno de leche y otro blanco,
nos dieron la bienvenida a la deliciosa experiencia que empezó con el
classic chocolate martini, un coctel sencillamente indescriptible y
delicioso con chocolate de leche, blanco, absolut vainilla y crema de
cacao; continuó
con el martini Intoxi-Cake, groseramente adictivo, y concluyó con una
chocolate chunks pizza, repleta de chocolate de leche y
malvaviscos.
Pero, sin duda, la noche
que se llevó las palmas de oro fue la de mi cumpleaños, no sólo porque toda la
ciudad estaba de fiesta, si no por la sorpresa que me preparó el marido.
Todo ese día fue
especial y particularmente distinto a mis festejos anteriores, sin velita
incluida. Iniciando con un recorrido por una zona poco turística, pero
igualmente linda; desayuno delicioso, visita al MoMa, parada obligada en una
librería, chapuzón en una fuente pública, caminata, dos horas en sephora, cena
romántica y foto indispensable en Times Square, el lugar que cambió mi idea de
NYC.
Árboles repletos de luces
blancas y azules nos mostraron el camino empedrado hacia la entrada del The
River Café, el cual caminamos no sin antes tomar varias fotografías de la
hermosa vista. La entrada, las flores y la decoración me transportaron a una
noche en un crucero. Atravesamos un mini puente y nos recibió el capitán que nos
llevó hasta una mesa para dos iluminada por la luz tenue de una vela. El menú de
tres tiempos fue sencillamente delicioso, la presentación impecable, la atención
de los meseros, en su mayoría latinos, excelente, y la compañía, única. El mejor
lugar que pudo elegir el marido para celebrar mi cumpleaños número... bueno, eso
no importa.
Eso es sólo una parte de
lo mucho que podría contar de ese viaje especial y diferente... durante el cual
no sólo festejamos, paseamos, compramos, visitamos y conocimos,
también confirmamos lo que muchos expertos dicen y nosotros hemos sostenido, es
INDISPENSABLE pasar tiempo en pareja, sin niños, amigos o familiares de por
medio.
Y sí, me tragué mis palabras. Me comí la Gran Manzana... y me gustó.
Gracias, amor, por un
festejo excepcional y único. Gracias por cada uno de los minutos e instantes que
compartimos. Gracias por ser mi compañero en este camino. Gracias por tanto
amor. Gracias por ser el mejor... sencillamente, gracias por ser tú. Te
amo.
que hermosa experiencia, quiero conoceR nyc
ResponderEliminarLo unico que puede decir es que los admiro!! FELICIDADES!!
ResponderEliminarFelicidades☆! Q bueno q t gusto y t dejaste envolver por sus maravillas! Super Regalo! Tienes razón, eso d tiempo en pareja creo q es indispensable, pero aún no sé como hacerle para desprenderme d Dana unas hrs, ahora unos días, auch, hasta la barriga m duele =S Tendré q encontrar el equilibrio. シ
ResponderEliminaramiga que gusto leer que estas tan feliz y que tu marido te consintio al maximo lo mereces!!!!
ResponderEliminarte quiero mucho comadre.
(ains tengo desde temprano leyendo por episodios, en lo q me deja mi enano!!)) Jaja Quería leer el relato desde q vi tu foto con la carita de emoción en la tienda de M&M's lo máximo!!... me alegro que la hayan pasado tan bien...
ResponderEliminarBeesooosss
Como siempre un placer leerte y más que me trasportas con tus palabras a esa bella ciudad que no conozco y que es uno de los destinos que para mi SI esta en mi lista de lugares a visitar, ya me tarde, pero si no es en esta vida será en la siguiente, me encanta además leerte muy feliz y enamorada, eso es súper importante, que bueno eso del tiempo solos, también me hace falta, lastima que las únicas dos mujeres en quien confío para dejarles a mi hijo no están aquí...., pero bueno tal vez algún día. Te mando besos y abrazos y muy feliz cumpleaños atrasado, muy atrasado.
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