miércoles, 29 de agosto de 2012

Más que una casa, un hogar


Una de las grandes satisfacciones de ejercer el periodismo es tener la oportunidad de conocer, convivir y acercarte a personas, temas y grupos sociales distintos e interesantes, a gente con mucho qué decir y aportar, y, en ocasiones, poder ayudar a través de tus letras o palabras.

 Hace poco realicé una serie de entrevistas para un reportaje, de esas que te hacen valorar tu trabajo y confirmar que elegiste bien tu carrera profesional.

Nada más conmovedor y ningún ejemplo de vida y lucha constante mayor que ver a una niña de 3 años que pese a padecer cáncer regala una sonrisa a quien se acerque a saludarla, o el rostro de una madre que a pesar de las deficiencias económicas y preocupación por la salud de su hijo(a) agradece la ayuda que recibe, o ver a una señora de 96 años de edad dedicando la mitad de las horas de su día a clasificar objetos para recabar fondos y apoyar así a los enfermos, sin dinero de por medio. Ese es el tipo de personas que habitan el albergue de Casa de la Amistad, una institución que brinda ayuda integral a niños y jóvenes que padecen cáncer.

Caminar por sus pasillos, recorrer las instalaciones, todas pensadas en los enfermos; escuchar los testimonios, conversar con las voluntarias y staff que labora en la institución, así como ver el rostro de los chicos y adultos que por épocas ven en Casa de la Amistad un hogar es una gran lección de vida, un enfrentamiento con una realidad que en ocasiones nos negamos a ver o nos olvidamos de ella, una sacudida interna y un llamado a reordenar nuestras prioridades.




Muchas veces nos preocupamos porque no pudimos comprar la prenda u objeto  que queríamos, porque tenemos una gripa que nos hace sentir “fatal”, porque la báscula no marca el peso que soñamos o por banalidades que consideramos GRANDES problemas, sin darnos cuenta  de lo que sucede a nuestro alrededor y de lo que realmente es un SERIO problema, como el cáncer, la segunda causa de muerte en niños de 5 a 14 años.

Hace poco más de un mes tuve la gran dicha de conversar con integrantes del Patronato de Casa de la Amistad, fundada por Amalia García Moreno, una señora que a través de su voz proyecta sus ganas de ayudar y el agradecimiento que tiene a la vida por haberle permitido que uno de sus hijos lograra vencer la leucemia, enfermedad que le fue diagnosticada en su infancia.

Al escucharlas hablar sobre su labor en el albergue es difícil mantener los ojos secos y la voz firme. En más de una ocasión tuve que pasar saliva para realizar la siguiente pregunta formulada en mi mente, y, en muchas otras, mirar hacia otro lado para no derramar lágrimas mientras escuchaba sus respuestas. Cada historia de los habitantes de Casa de la Amistad y cada vivencia de las voluntarias te hace cuestionarte seriamente si realmente “tus problemas” son verdaderos problemas.

“Es como si trabajáramos en un lugar donde nos pagan millones”, fueron las palabras de Tessie Picazo, quien ha colaborado con la fundación casi desde su origen, al referirse a su labor en la institución. Su compromiso es fuerte, constante y admirable. Su labor lo es más.

Detrás de esas mujeres guapas, elegantes y que a simple vista parecen tenerlo todo y no conocer el dolor están unos maravillosos seres humanos que se preocupan por esos niños que viven en comunidades rurales y que muchas veces no reciben un tratamiento por falta de recursos económicos y de un lugar donde habitar en el Distrito Federal. Señoras que día a día buscan la forma de recabar más fondos para ampliar la lista de niños beneficiados. Señoras que viven para servir y regalan sonrisas y esperanza a través de su trabajo y dedicación.

La institución que este mes cumple 22 años de labores, además de brindar a niños y jóvenes hospedaje, alimentos, actividades recreativas, talleres y la oportunidad de concluir o continuar con los estudios dentro de las instalaciones, también cuenta con el servicio de banco de medicinas, el cual consiste en suministrarle el tratamiento completo a cada enfermo, desde el inicio hasta el fin y sin costo alguno; acompañamiento, apoyo sicológico y emocional, y, en caso de ser necesario, cobertura funeraria. Porque sí, a veces la suma de esfuerzos no es suficiente para que todas las historias tengan un final feliz.

Decir que estas mujeres dan ayuda sin esperar nada a cambio sería quedarme corta con la descripción de su esfuerzo. El grupo de voluntarias realiza diversas campañas a lo largo del año, como conciertos, eventos masivos y un bazar, cuya segunda edición se llevará a cabo en mayo de 2013.

Además, cuentan con una tienda ubicada en Aldama 2, en Tepepan, Xochimilco, en la que se venden artículos decorativos, como cojines en forma de borrego y vaca; joyería y accesorios de diseñadores, como mascadas de Pineda Covalin, y un sinnúmero de “regalos con causa”; además de un tianguis y dos mini tienditas con objetos usados, pero en buenas condiciones.

No soy muy dada a promover la labor de fundaciones en general, menos de las que no conozco, pero he tenido la suerte de ver de cerca el trabajo de ésta y otras, como Fundación Origen, que realmente destinan los recursos a donde deben de ir. Las cifras hablan por sí solas, al igual que el rostro de las personas que han pasado por estos lugares.

No imagino el dolor tan grande que debe sentir una madre al escuchar que su hijo padece cáncer, pero menos imagino la impotencia de quienes no pueden pagar un tratamiento, una estancia o un especialista, por ello, desde mi visita a Casa de la Amistad, procuro promover el apoyo a la institución altruista.

Existen muchas formas de ayudar a los 114 niños y jóvenes enlista de espera y a los albergados e inscritos en el banco de medicinas, una de ellas es a través del programa “Ángel guardían”, que consiste en realizar donativos mensuales con cargo a las tarjetas de crédito; donativos en especie de ropa, zapatos, juguetes, electrodomésticos, artículos para el hogar y todo tipo de objetos en buen estado; comprando a través de sus tiendas y adquiriendo ciertos productos, como los de Danone, empresa que dona un porcentaje de sus ventas a la institución.

No esperemos estar en sus zapatos para ser empáticos y aportar un granito de arena, si tienes oportunidad, súmate a la lista de personas e instituciones que apoyan la causa tan loable de esta asociación.

1 comentario:

  1. No sé si tantas causas qué ayudar sea una buena o una mala noticia para nuestro mundo. El altruismo es algo increíble, pero a veces quisiera que no hubiese tantos motivos por los cuales ayudar, sino que se erradicaran las enfermedades. Estoy convencido de que todas esas personas representan mensajes para hacernos mejores personas y más humanos auténticamente.

    El periodismo tiene esas cosas, algunas metódicas y rutinarias, y a veces esta clase de bombazos que nutren el corazón y rellenan el tubo.

    Combinar la profesión con el altruismo y lo que a uno le gusta hacer (escribir) es una triple corona. Oro, plata y bronce en un mismo sitio.

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